Hoy se cumplen 22 años del atentado contra la casa cuartel de Vic

El 29 de mayo de 1991 el comando de Barcelona perpetró uno de los atentados más crueles contra la casa cuartel de Vic (Barcelona) en el que murieron 10 personas, la mitad niños.

Las tragedias, son momentos, instantes, fotografías. El 29 de mayo de 1991 pasadas las siete y cinco de la tarde en el cuartel de la Guardia Civil en Vic (Barcelona) la memoria de este país tiene clavada la imagen de un guardia civil portando en sus brazos a una niña, hija de un compañero.

Se trata de José Gálvez Barragán y la pequeña es Isabel Porras López, de siete años, que aquella tarde estaba en el patio con sus amigas cuando un coche bomba, en cuyo maletero llevaba doce bombonas con dieciocho kilos de amonal cada una, se estrelló en el interior de la casa cuartel de la Guardia Civil de Vic.

Las tragedias también son nombres. Juan Chincoa Alés y Juan Salas Píriz; dos mujeres: Nuria Ribó Parera, mujer del guardia civil Juan Chincoa, y Maudilla Duque Durán, suegra del guardia civil Juan Salas, también fallecido; y cinco menores de edad: Francisco Cipriano Díaz Sánchez, de 17 años; María Pilar Quesada Araque, de 8 años; Ana Cristina Porras López, de 10 años; Rosa María Muñoz, de 14 años, y Vanessa Ruiz Lara, de 11 años. Además, el guardia civil en la reserva Ramón Mayo García falleció al ser atropellado por una ambulancia que evacuaba a los heridos mientras prestaba auxilio a los afectados por la explosión.

Hoy se cumplen 22 años de uno de los atentados más atroces y sanguinarios de la banda terrorista ETA, y esa imagen, ese instante y esos nombres los recuperamos del trasfondo de nuestra memoria para homenajearles.

La hora planeada tenía como objetivo una masacre sin distinción, Guardia Civiles, mujeres, niños. Los terroristas, pertenecientes al comando Barcelona -uno de los más activos de la banda, responsable del atentado con mayor número de víctimas de los perpetrados por ETA: el de Hipercor (19 de junio de 1987)- fue ideado para causar el mayor daño posible. Los terroristas aprovecharon una rampa existente entre una calle aledaña y el patio del recinto para que el vehículo avanzara sin necesidad de un conductor. Instantes antes de que el vehículo avanzara por la inercia hacia su objetivo, un grupo de niñas jugaban en el patio ajenas a su trágico final.

Debido al estado en el que quedó el edificio se tuvieron que utilizar grúas y perros adiestrados para localizar a las víctimas que quedaron sepultadas bajo los escombros. En la tragedias también hay milagros. A las diez de la noche de aquel trágico 29 de mayo los servicios de rescate lograron sacar con vida a una joven de 18 años y a una niña con su chupete en la boca.

En este atentado resultaron heridas cuarenta y cuatro personas, alguna de ellas muy graves. Entre los heridos muy graves que consiguieron sobrevivir, destaca por su encomiable lucha por la vida, el niño de 2 años Rafael Reinoso Sánchez, que sufrió fractura de la base del cráneo.

Al día siguiente de la brutal masacre, la Guardia Civil desarticuló el comando Barcelona. Durante la operación murieron los etarras Juan Carlos Monteagudo Povo (jefe del grupo y exdirigente de Terra Lliure) y Juan Félix Erezuma Uriarte, al iniciar un tiroteo con los agentes. Pero el tercer autor directo, Juan José Zubieta Zubeldia, no ofreció resistencia y fue detenido. Zubeldia fue condenado a una pena de 1.311 años como autor material. El fiscal de la Audiencia Naciona Ignacio Gordillo, que instruyó la causa, calificó el atentado como “uno de los más bárbaros, alevosos y cobardes" .